miércoles, 22 de agosto de 2012

Efímeros y frágiles



A la vuelta de vacaciones es uno más consciente de lo ‘efímero’ de la vida, especialmente de las cosas buenas. El recuerdo del mes de julio está aún visible en mi dedo tullidito. No me ha quedado estupendo, todo sea dicho de paso. La movilidad se recupera lentamente y la forma recuerda más a la de un bichejo que a lo que había antes. Qué frágil es todo. Qué frágiles somos ¿Cómo nos puede cambiar la vida en menos de un segundo? Las cosas que siempre pensabas que nunca te pasarían a ti, pues pasan, hay veces que como una apisonadora. Y lo dejan a uno frágil, más consciente que nunca de lo vulnerables que somos. Todo es efímero. Con las desgracias, eso sí, uno se vuelve menos exigente con la vida y con uno mismo (por lo menos mientras te dura el susto en el cuerpo, ya veremos luego)

No estoy negativa, en absoluto. Además ya he hecho las paces conmigo misma. Estoy tranquila. Disfrutando de las pequeñas cosas de lo cotidiano. Aceptando lo que viene y consolándome con aquello de que siempre todo podría ser mucho peor o de que no hay mal que cien años dure (el que más os guste)

No sólo me corté algunas cosillas del dedo (como el tendón, nervios, venas y eso… na’!!) he ‘cortado’ con muchas cosas y también con algunas personas o más bien con la relación que tenía con ellas (yo me entiendo). Estoy más sola, es cierto, pero también más liberada (tranquilos que sigo casada). He cortado un pedacito de cordón umbilical que estaba a punto de asfixiarme.

No sé lo que nos espera el resto del año (yo a la ‘prima’ la veo chunga y el rescate no creo que vaya a hacer honor a su nombre). Sólo espero, como el libro de García Márquez: ‘Vivir para contarla’ y si es aceptablemente feliz y tranquila pues mejor que mejor.